Sueño 1.0
Un campo, un campo de universidad, grande, encumbrado en la cordillera.
Estoy sobre el pasto, no sé con quien hablo, creo que estoy desnuda.
Comienza el bombardeo, se supone que es 1973, pero todo es igual a hoy.
Los edificios son modernos y los misiles, los tanques y los milicos tb.
Entro a la u y busco desesperadamente un baño. Estoy llorando, alguien al pasar me cortó un gran mechón de mi pelo. Mi pelo morado, ahora tengo un pelón en el costado de mi cabeza. Me queda tan poco pelo como para estarlo perdiendo.
Me estoy mirando en el espejo. Sigo llorando, más bien gimoteando como cabra chica. Dejé la puerta junta porque sé que vendrás. Nunca me has dejado sola aunque ya no estemos junto y hoy seamos menos nada. Precisamente por el espejo noto que se abre la puerta del corredor de enfrente, te asomas: llevas el torso desnudo y unos calzoncillo que curiosamente son unos calzones míos. Antes de cerrar la puerta noto que tu cama está ocupada por alguien más. Solo logro verle las piernas. Son de alguien mayor, tienen varices. Pero son blancas, casi perfectas.
Estás detrás mío. Me abrazas, me contienes, me acurrucas. Mi pena es inmensa, infinita no tiene ni pies ni cabeza, pero es superior a mí. Tu abrazo solo dura un segundo porque prontamente aparece tu acompañante de cama.
Es una mujer mayor. Preciosa, de ojos claros hermosos. Comienza a lavarse las manos y a acomodarse el cabello. Lleva una bata china violeta la raja.
Te pide que te retires, que vuelvas a la pieza, que no tienes nada que hacer ahí. Te lo dice de una forma tan maternal que ni siquiera puedes replicar. Bajas la vista y te vas.
Ella me habla de trivialidades, de trabajo. No sé porque pero conozco su trabajo, sé que trabajan juntos. Me arreglo el mechón deforme de la mejor forma y salgo. Camino, camino, camino y vuelvo a llorar ahora las lágrimas no me alcanzan, son pocas, la angustia me queda chica. Gimoteo, me desgarro, pero ni un solo sonido sale de mi garganta.
No había nada que hacer. Yo no tenía nada que hacer ahí.
Sueños 18 julio 2005
Estoy sobre el pasto, no sé con quien hablo, creo que estoy desnuda.
Comienza el bombardeo, se supone que es 1973, pero todo es igual a hoy.
Los edificios son modernos y los misiles, los tanques y los milicos tb.
Entro a la u y busco desesperadamente un baño. Estoy llorando, alguien al pasar me cortó un gran mechón de mi pelo. Mi pelo morado, ahora tengo un pelón en el costado de mi cabeza. Me queda tan poco pelo como para estarlo perdiendo.
Me estoy mirando en el espejo. Sigo llorando, más bien gimoteando como cabra chica. Dejé la puerta junta porque sé que vendrás. Nunca me has dejado sola aunque ya no estemos junto y hoy seamos menos nada. Precisamente por el espejo noto que se abre la puerta del corredor de enfrente, te asomas: llevas el torso desnudo y unos calzoncillo que curiosamente son unos calzones míos. Antes de cerrar la puerta noto que tu cama está ocupada por alguien más. Solo logro verle las piernas. Son de alguien mayor, tienen varices. Pero son blancas, casi perfectas.
Estás detrás mío. Me abrazas, me contienes, me acurrucas. Mi pena es inmensa, infinita no tiene ni pies ni cabeza, pero es superior a mí. Tu abrazo solo dura un segundo porque prontamente aparece tu acompañante de cama.
Es una mujer mayor. Preciosa, de ojos claros hermosos. Comienza a lavarse las manos y a acomodarse el cabello. Lleva una bata china violeta la raja.
Te pide que te retires, que vuelvas a la pieza, que no tienes nada que hacer ahí. Te lo dice de una forma tan maternal que ni siquiera puedes replicar. Bajas la vista y te vas.
Ella me habla de trivialidades, de trabajo. No sé porque pero conozco su trabajo, sé que trabajan juntos. Me arreglo el mechón deforme de la mejor forma y salgo. Camino, camino, camino y vuelvo a llorar ahora las lágrimas no me alcanzan, son pocas, la angustia me queda chica. Gimoteo, me desgarro, pero ni un solo sonido sale de mi garganta.
No había nada que hacer. Yo no tenía nada que hacer ahí.
Sueños 18 julio 2005