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Mostrando las entradas de 2017

cerramos

Este 2017, como el cargadito a hacer bolsos, desarmarlos, hacer check in y check out. Viajar Comer ceviches y comiditas maravillosas en su lugar de origen, en esa ciudad bellísima y que decidí, que no iba a representar nada triste. Internarse en las salitreras abandonadas y arrepentirme solo de una cosa hasta hoy: No haber hecho parapente. Cruzar en bicicleta el puente de Pontocho de noche y no poder dar credibilidad a ese momento. Correr la cortina de la habitación y que ese tremendo lago en la Patagonia me dejara varios minutos, sentada contemplando en silencio. Andar a caballo después de muchos años, mojarme como nunca con la lluvia del sur y reirme como cabra chica al ver las ovejas correr. Amar El primer semestre. El invierno que pasó y mucho. Las canciones de Mon a todo pulmón en el auto, el Joshua Tree completito en vivo, Arcade Fire contra toda mala crítica y a pesar de que extravié varios de los tickets pa mi árbol navideño los sonidos quedarán guardaditos. Los disco

2 días

casi 365 días

but

My eyes seem to deceive me, but my heart knows the truth...

vuelta por el universo

Que tomó alrededor de 30 horas, 3 aviones de ida y 3 de vuelta. 12 horas de diferencia que pesaron al regreso: despertar acá a las 3 de la mañana sin retorno como si fueran las 3 de la tarde tuvo serios estragos. Cruzar el globo casi completo para impregnarse de nuevos colores, sonidos y vivencias.Que por flojera se cree que todos son iguales: de ojos, de comidas, de ritmos. Rotundo error. Uno es el orden, la eficiencia y la amabilidad. El otro es el caos, el ruido y la cantidad. Y ambos funcionan, resultan, se entienden. En el primero no puedes fumar en la vía pública, los baños tienen lavapoto incluido y los guardias de los trenes hacen toda una danza para informar que ya salió de la estación. En el segundo, cruzas la calle rezando, la gente te toma fotos y se ríen y usan paraguas para el sol. Fue un cambio fuerte, un contraste marcado y abrupto. Desde que te miran feo por darte un beso en la calle en uno hasta ver niñitos con pantalones de algodón abiertos al centro porque

4K

El magno evento iba llevar a alfombra roja, larga, un par de cámaras en la entrada del fastuoso local como si fuera una gala de verdad: Garzones repartiendo espumante a destajo, Caco, Pérez y mi Shara amada en las perillas poniendo la mejor música que resumiera estas décadas. La variable posterior fue todo lo contrario: Agarrar un bolso y partir con un grupo de amigos a la playa, una cabañita rica, idealmente con chimenea y guitarrear tb algunos temas, mientras tomamos un reponedor navegado. Me faltó el poncho acá. La vida es más sabia y (cabrona) y me hizo ahorrarme todos esos estreses mandándome a la cama con la primera influenza de toda mi vida: ahí figuro con mi peor cara y tos penosa, viendo los matinales y devorándome Netflix como recién abonada (o regalada, gracias peucoMauro), comiendo pizza al desayuno y sin lavarme el pelo en 5 días. Quizás son las pseudofedrinas, la abstinencia de nicotina, quizás es el cambio de ciclo, pero he llorado todos los días con casi todo: la

Retrogradando

A conversaciones infinitas y eternas imposibles de replicar con alguien más, A los micromomentos que de tan pequeños se hicieron grandes y opresores, disecar diálogos, segmentos, fragmentos. Desmenuzar hasta lo imperceptible un mensaje, un extracto de un libro, una serie de netflix, un mueble en el hommy. Retrogradando, al borde de hacer la única excepción y solo llegar. Sin preguntar. Menos hablar.