59 días

. Después de 8 años recién pude notar qué llegado el otoño a esta guarida no le llega ni un pinche rayo de sol.
. Situación que no detectaba porque pasaba todo el día afuera cuando era de las asalariadas.
. Lo cual me ha llevado de forma poco voluntaria a sacar ya el pijama (feo) de polar y usar calcetines gruesos tejidos.
. Con la consiguiente envidia de hablar con mi gente y ver que el dios dorado aún inunda sus livings y habitaciones y siguen usando polera.
. Entonces cuando he salido en bicicleta me desquito e insolentemente no uso bloqueador y me quedo en las luces rojas de cara al cielo, llenándome de esos destellos.
. Sí, he salido un par de veces en cleta.
. De lo contrario me lanzaría por el segundo piso.
. Con doble mascarilla y perfumada de clorogel quería ver la ciudad casi vacía, cruzar ahumada y huérfanos a mis anchas, tocar las hojas caídas del otoño. Casi leseras que posiblemente no recordábamos hacer.
. Porque esto es resignificar. Cambiar los filtros de visualización.
. Cambiarlos y permitirse las luces y sombras.
. Algunos hechos me han indicado que podría acabarse el mundo. He tenido la tentación de enojarme, picarme, lamentarme, desconfiar de tanta maravilla posteada en muros y fotos.
. Por supuesto, la antigüedad en la ruta te da algo más de sabiduría y lo sueltas. Que este andar no sea en vano.
. También subo fotos mostrando harta/poca carnecita que en otras circunstancias el pudor, la vergüencita o que a mi prójimo le diera mono o inseguridad (y sí, pasaba) habrían evitado que lo hiciera. Pero hoy... No existe ninguna razón ni emoción que me prohiba hacerlo.
. Es ahí donde pienso que el mundo se acaba, no literal, sino la forma de vivirlo, entenderlo. Cambio de piel.
. Yo ya fui.

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