Ese bar ya no existe

Pero existió durante mucho tiempo,
Una casona rehabilitada en pleno centro de la ciudad,
Ella no fue una, sino incontables veces:
Reuniones después de la pega, cumpleaños, salidas improvisadas,
encuentros cómplices, fiestas clandestinas, hasta en un matrimonio anduvo bailando.
Se llegaba caminando desde cualquier punto céntrico,
Un año ahí le dieron la mejor noticia,
Otra vez, (otro año) ahí mismo, le rompieron sonoramente el corazón.
No era grande ni elegante,
La casona,
No era joven ni era vieja,
Ella

Una noche de diciembre con sus buenas amigas, hacían resumen de fin de año,
Todo desorden, todo desplante, todo risa.
Mucho vino, muchas miradas desde un rincón, que (mucho vino) las devolvía porque afuera ya lo había visto fumando,
y que importaba,
Tampoco se sorprendió cuando tomó una silla desde otra mesa y se sumó con todo su desplante franchute a la de ellas,
y les trajo los mismos tragos que ya estaban tomando.
Tampoco cuando se fueron retirando de a poco, y al irse la última, lanzarse encima del otro y que el mundo se acabara ahí mismito,
o que les cayera encima la pared de la vuelta en la calle, una que tenía un grafiti ondero, mientras esperaban el uber que los sacara de ahí.

Ese bar ya no existe,
Era popular, servían borgoña decente, medio tenue y de techos bajos,
Se crearon historias en ese lugar,
y esas sí que existen...

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